Suspicacia.
Suspicacia
Me acusan de ser suspicaz.
¿Cómo no serlo? Si el ser humano camina con el engaño entre sus dientes, con la mentira cubriendo sus labios.
El hombre quebranta a diario la verdad.
Con una mirada ardiente, con un inocente contoneo, con unos untuosos labios.
El hombre busca siempre torcer a la verdad.
Con una frase cubriendo la mirada fugaz, con una inocente sonrisa el contoneo, con una suave y distractora tosecita ocultar el subterfugio mensaje de la resbalosa boca.
Y siempre el ser humano cree en la falacia de sus dichos.
Tras la liviandad de sus actos siempre hay una real y verídica excusa.
La picardía, la trampa, la vil astucia… tienen como premio la falsa felicidad, que socarronamente llevamos en el pecho con orgullo sepulcral…
¿Cómo no ser suspicaz?