D.R. Ricaldi

Rios de cemento.

 

Ríos de cemento

Es de noche y camino a la deriva por Calle Amunategui. He cerrado los ojos y la oscuridad parece más inmensa ahora que me siento sumergida en esta tristeza. Parece un abismo eterno. Me he detenido. No puedo más. Siento como me desplomo. Dejo caer la cabeza sobre mi regazo. En este frío río de cemento, siento mi rostro húmedo y mis ojos ardientes. Nada me reconforta, he perdido al ser que amaba. Yo lo aniquilé. Me declaro culpable, porque las entrañas me duelen y ellas sangran por el desgarro que este enorme sufrimiento produce. Yo soy esa bestia horrible que le usurpo brutalmente su ínfima vida. Yo… aborté.

 



 
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